RECURSOS SAC

Lo que no agrega valor sale sobrando

Por: Eduardo Burga Bartra y Alfredo Coronel Zegarra Guzmán Barrón

10 de abril de 2025

Muchas veces, empresas y organizaciones deciden diversificar su producción en aras de alcanzar a más clientes y entregarles una surtida variedad de opciones. Creyendo que de esta manera ofrecerán valores añadidos, se embarcan en tareas que representan una laboriosidad digna de mejores causas.

 

En diversas ocasiones, estas “adiciones” responden a variables identificadas por el área de operaciones, cuyos integrantes desean tomar ventaja de algunos subproductos obtenidos. Otras veces, se deben a observaciones de los representantes de mercadeo en su afán de diferenciarse de la competencia. También surgen oportunidades cuando los financieros ven la opción de aprovechar economías de escala. Asimismo, es posible que la gerencia perciba esta acción como una estrategia que los demás en la industria están adoptando. Sea cual sea el origen de la decisión, y pese a que inicialmente podría parecer que beneficiará a los clientes y elevará los rendimientos para la firma, es necesario analizar si realmente será así.

 

¿Las nuevas demandas provienen del grueso de los compradores, del consumidor promedio o de aquellos que resultarán siendo marginales en el volumen de negociaciones? ¿La elaboración de estas opciones exigirá al personal dedicarle tiempo adicional a ventas secundarias u ocasionales, en lugar de centrarse en las relevantes y significativas? ¿Los ahorros de costos se mantendrán en el tiempo o serán de naturaleza pasajera, solo mientras la temporada esté vigente?

Si se requieren nuevas habilidades para las cuales la mayor parte del personal no está preparado, si los costos de incluir estas ofertas solo pueden cubrirse restándole competitividad a la fabricación principal, y si la generalidad de usuarios no considera que este nuevo atributo les genera satisfacción, será necesario examinar nuevamente la decisión.

 

Antes de lanzarse a su aplicación, pruebe, revise acuciosamente las respuestas y, en suma, consulte con el mercado. Seguir a los que van delante solo conseguirá que continuemos detrás. Cuando lleguemos a hacer lo mismo, ellos ya habrán dado un paso adelante. Buscar diferenciarnos del resto implica identificar lo que está deseando quien adquiere lo que confeccionamos. Innovar no se hace mirando al pasado; se promueve evaluando ideas según criterios de lógica y análisis serio sobre qué tendría que ser cierto para que nuestros supuestos se cumplan.

 

Desconocemos el futuro. Asegurémonos, al menos, de que las selecciones que hacemos sean rigurosas en su estudio y no representen escoger lo obvio o aquello que es imperioso. Además, contemos con una alternativa o plan B, asegurándonos de que las diferentes decisiones dejadas de lado sean igual de valiosas que la seleccionada.

Mantenernos competitivos se logrará proporcionando satisfacciones con aquello que ha dado resultados comprobados. Evitemos distraernos de lo que hacemos con excelencia.

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