Ajustar la visión, misión y los valores para competir [1]
Por: Tania Fernández Garrido y Alfredo Coronel Zegarra Guzmán Barrón
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11 de julio de 2024
A menudo encontramos en las organizaciones una deficiencia estratégica, las definiciones de lo que desean hacer y cómo lo harán, ya sea como principios, declaración, ambición, propósito, visión, misión o valores. Su establecimiento está vinculado con la competitividad y la atención al consumidor. Una adecuada formulación les ayudaría a saber hacia dónde van y cómo llegar, permitiendo, sobre esa base, construir su cultura.
Estos enunciados se comparten con los agentes económicos en sus carpetas institucionales y páginas web. Podrían aprovecharse como herramientas para guiar sus actividades y competir. Muchas veces recurren a lugares comunes tales como “ser el líder del sector”, “atender a los compradores con honradez, calidad y eficiencia”, “velar por la salud de los trabajadores” y otros ejemplos similares. Eso no los distingue de lo que hacen o pueden desear todos los demás. La precisión puede caracterizarlos como singulares y únicos.
Cumplir la ley, las normas del mercado o actuar con diligencia es algo que las personas dan por sentado y no constituye un factor que les genere beneficio adicional. Al evitar generalidades, orientan a sus equipos sobre el camino a seguir. Mostrarán a sus clientes qué característica diferenciadora ofrecen. Sus proveedores reconocerán qué se requiere de ellos y, en suma, las opciones de colaboración se multiplicarán.
Deben reflejar cómo esperan operar, qué harán para destacar sobre la competencia, haciendo qué, la forma, el estilo, el método que piensan emplear, de qué manera se comprometen con el usuario, cómo le garantizarán que se procurará mejorar continuamente para poder innovar y que los procesos incluirán acciones para gestionar el conocimiento. Igualmente, identificar las amenazas ayudará en la especificación de acuerdos de cooperación con los grupos de interés.
Esta hoja de ruta puede y debe formularse y modificarse cuantas veces sea necesario. De hecho, la revisión servirá para evaluar si las motivaciones que la llevaron a constituirse siguen vigentes y, entonces, confirmarlas o modificarlas. Tenerla no asegura nada, pero permite contar con un espacio de identificación, de reconocimiento, proyección y accionar saludable en iniciativas que implican
asumir compromisos permanentemente.
Cuando alguien realiza actividades peligrosas, como deportes de aventura, define el sendero a recorrer, las posibles contingencias a enfrentar y, entonces, toma previsiones, se informa, equipa y consulta. La alta mortalidad empresarial en todo el mundo nos recuerda que realizar negocios es una actividad de riesgo. El mismo se reduce si la entidad sabe adónde va, qué quiere y cómo
lograrlo.
[1] Este artículo fue escrito tomando como base los materiales de asesoría y capacitación preparados por los autores en sus labores de consultoría con Recursos SAC.
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