Cada cierto tiempo, se escuchan voces que llaman la atención sobre las condiciones en que se encuentran los productores de… (elija la mercancía que desee), debido a los bajos precios que reciben, mientras que estos mismos bienes son adquiridos a altos valores por los compradores. Concluyen que quienes realizan la conexión entre unos y otros son los “grandes ganadores”, aprovechándose de ambas partes. En suma, los comerciantes tienen la culpa, y la solución propuesta es saltárselos, logrando una vinculación directa entre la oferta y la demanda.

Así, se inician campañas y acciones que organizan a los primeros para que lleguen a zonas cercanas a los consumidores a través de ferias o exhibiciones de distinto tipo. Imaginativos mecanismos de encuentro se preparan y ejecutan.

Esto es financiado con plata de los contribuyentes cuando el Estado, a través de sus diferentes instancias, lo organiza. Usan fondos de todos para beneficiar, si es que realmente lo hacen, a unos pocos. Sea cual sea el origen del esfuerzo, se trata de una mala asignación de recursos. Distraen reservas destinadas a satisfacer necesidades desatendidas.

Los intermediarios no son el problema. Su actividad es particular y responde a un modelo de negocios donde trabajan apalancando dinero para comprar los productos y esperar a que estos se vendan para recuperar la inversión hecha. Esto requiere contar con espaldas financieras que no todos poseen. La rotación de la mercadería lo más rápido posible es, pues, su negocio; no les resulta rentable tener el efectivo “parado”. De esta forma, su experiencia en ir de plaza en plaza intercambiando diferentes tipos de artículos les permite mantenerse y cubrir sus costos, obteniendo ganancias por esta aceleración del comercio.

¿Imagina a agricultores piuranos con un camión de limones recorriendo las calles de Lima intentando venderlos uno a uno? ¿O a amas de casa viajando a una chacra en Pachacámac en busca de un kilo de verduras? Seguramente no le parecería razonable, y es debido a eso que los intermediarios existen. Están presentes en todos los sectores de la economía, desde la agricultura hasta las finanzas. Finalmente, abaratan costos, promueven modernizaciones, facilitan el desarrollo de mercados y generan progreso ahí donde van.

Evidentemente, siempre habrá malos comerciantes que acaparen, especulen o busquen aprovecharse de alguien. Sin embargo, estos duran poco, y es el propio mercado, siendo transparente, el que los expulsa, cuando no las autoridades correspondientes.

Es probable que se generen relaciones asimétricas, pero las fuerzas de la competencia tomarán cartas en el asunto negociación tras negociación. Luego de cada transacción, las partes conocen más sobre lo que ocurre en el entorno cercano y más allá. Esta transferencia de información es la que permite que mejoremos continuamente y que intentemos innovar. Entonces, evitemos deshacernos de ellos.