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Vida circular: intentando imitar a la naturaleza

Por: Jorge Luis Puerta Pérez y Alfredo Coronel Zegarra Guzmán Barrón

08 de mayo de 2025

La naturaleza nos ofrece un paradigma perfecto de sostenibilidad. Cada elemento en los ecosistemas cumple un propósito y se integra en ciclos que aseguran el equilibrio y la regeneración constante. Este principio, que podríamos llamar “vida circular”, es factible de ser adoptado por nosotros. Este enfoque no solo es una estrategia para la supervivencia, sino también una oportunidad para vivir en armonía con nuestro entorno.

Desde que nacemos, dependemos de la biodiversidad para satisfacer nuestras necesidades. Reconocer esta interdependencia debería motivarnos a protegerla y aprovecharla responsablemente.

La economía circular es la imperfecta respuesta humana. A diferencia del patrón tradicional de «tomar, usar y desechar», esta busca optimizar el uso de los recursos y minimizar los desperdicios. Este enfoque pretende replicar lo ocurrido en los hábitats, donde nada se malgasta; todo se transforma y vuelve al sistema. Es un modelo que fortalece la resiliencia de las organizaciones en épocas de alta volatilidad. Abarca desde la concepción inicial de los productos hasta su destino tras haber cumplido su finalidad. Cada etapa busca alcanzar la máxima eficiencia y eficacia:

  1. Diseño efectivo: Aquí se determina cómo se fabricará una mercancía y qué ocurrirá con ella al final de su vida útil. Se prioriza el uso de materiales duraderos, reciclables o biodegradables.
  2. Producción sostenible: Las técnicas manufactureras deben optimizar los factores y medios disponibles, reduciendo el consumo de energía y disminuyendo los residuos.
  3. Uso prolongado: Los bienes deben ser concebidos para tener una vida útil más larga, fomentando su reparación o reutilización.
  4. Reintegración al ciclo: Al finalizar su uso, los artículos deben reincorporarse al procedimiento como materias primas o mediante medidas de reciclaje.

El diseño es el punto crítico. Evalúa: ¿Qué insumos emplearán? ¿Cómo será preparado? ¿Podrá ser reciclado o reutilizado? ¿Cumplirá con las expectativas del mercado? Además, debe asegurar que estos métodos sean energética y económicamente viables y competitivos frente a los tradicionales.

Igualmente, que las compañías aminoren las barreras de capital, energía y aceptación del comprador en sus actividades exige colaborar con clientes, proveedores, trabajadores e inversionistas, garantizando que sus operaciones sean viables tanto financiera como ambientalmente. Los negocios se guían por la rentabilidad, no por la virtud; hacer de la circularidad un caso que asegure utilidades es imprescindible, de esa manera logrará formar parte de la estrategia empresarial.

Así pues, a pesar de la imposibilidad de replicar a la naturaleza, siguiendo su ruta e integrando este principio en nuestras vidas, ampliaremos las posibilidades de supervivir y honraremos el equilibrio de la tierra. Repensemos cómo producimos y consumimos para construir el futuro.

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